viernes, 11 de julio de 2014

Viernes Criticón: Amanece en Edimburgo

No suelo ir a ver comedias románticas al cine. Ni musicales. Me cuesta muchísimo pagar por películas que, o bien pertenecen a un género cinematográfico que está en decadencia, o que simplemente me recuerdan lo lamentable que me pareció la adaptación de la obra de Victor Hugo en la teatral – y, consecuentemente, del todo inadecuada – Los Miserables

Sin embargo, hace poco tuve la suerte de oír hablar de un filme que ni siquiera habría conseguido que le dedicase a su trailer los tres míseros minutos que dura porque se trataba de, nada más y nada menos, una comedia romántica musical. Esta deleznable combinación no hizo más que despertar dentro de mí al más cascarrabias de los Grinchs amorosos mientras hacía memoria y me daba cuenta de que la última película de estas características que había visto era ese rosado Mamma Mía! repleto de canela rancia y corrosivo merengue en todas y cada una de sus escenas. Entonces, ¿por qué demonios iba a ser Amanece en Edimburgo distinta? ¿por qué fui a verla al cine un sábado? ¿por qué me gasté diez euros por la entrada pudiendo haber esperado al miércoles?

Pues porque tenía mono de cine. Y punto.


● Año: 2013
● Director: Dexter Fletcher
● Cast: Peter Mullan, Jane Horrocks, George MacKay, Antonia Thomas, Freya Mavor
● Música: Paul Englishby
● Duración: 100min.


Tomando prestadas las canciones de los famosísimos The Proclaimers (de origen, como cabía esperar, escocés), Amanece en Edimburgo se gana el título de “feel good movie” del verano al ofrecer unas simplonas y vulgares historias de amor que, sin embargo, están presentadas en un contexto musical grandioso que además cuenta con unos agradecidísimos toques de inocencia y realismo a los que no estamos acostumbrados. Seamos francos: los filmes de este género cinematográfico (la maldita comedia romántica) se están convirtiendo en sucios y superficiales ejercicios audiovisuales que giran en torno a lo aparentemente simples que son las relaciones de pareja siempre y cuando lo que abunde en ellas sean las caras bonitas, los cuerpos perfectos, las bromas en el momento oportuno, o las interacciones sexuales satisfactorias. Y esto no es así, señores.

Aunque parezca mentira, que esta película se haya ganado todos mis respetos no se debe ni al importantísimo hecho de que su origen sea anglosajón ni a que difiera tanto de ese enfermizo estilo de películas que vengo comentando, sino a que, gracias a su - en cierto modo torpe - naturalidad, deja muy claro que no es para nada presuntuosa y que lo único que pretende conseguir es agradar al espectador que quiere ser agradado. Y lo consigue.


A pesar de que sus historias no tienen ni un ápice de originalidad y a que alguna de sus canciones parece haber sido introducida en la trama con calzador, Amanece en Edimburgo es un ciertamente bonito musical que, inevitablemente, te dibujará una sonrisa de oreja a oreja en la cara. Empezando por un cómico I’m On My Way que cambia bruscamente el dramático enfoque con el que ese Sky Takes The Soul abría la trama, pasando por dos divertidísimos Over and Done With y Should Have Been Loved, unos tiernos Make My Heart Fly , Then I Met You y Letter From America, y terminando con ese apasionante I’m Gonna Be (500 Miles), Amanece en Edimburgo consigue que el tamaño de tu sonrisa se multiplique por siete, que tus pies no puedan evitar moverse al ritmo de la música, que tu lágrima – de dicha, jamás de tristeza – esté más que dispuesta a conocer mundo, y que tu subconsciente no quiera que ninguno de esos temazos musicales termine.


Y sí, señores. Por si no fuera ya mucho, el acto final de Amanece en Edimburgo es la gota que colma el vaso de la felicidad cinematográfica. Flashmob mediante, las historias de los personajes a los que hemos estado acompañando durante una escasa hora y media de metraje, llegan a su meta mientras la calidad de la película se eleva a la enésima potencia. 

Puede que sus historias sean vulgares, que los extras que aparecen en ella no sean los mejores extras que os hayáis encontrado en una producción cinematográfica, que no soportéis el acento escocés de los actores, o que ver tanta canción junta relacionada con el amor os cause urticaria… Puede que os ocurra eso. Pero también os puede pasar lo que me pasó a mí: un ogro totalmente inmune a las ñoñerías bañadas en color rosa que, sin embargo, salió maravillado por lo contagiosa que era la felicidad transmitida por una película que, como ya he dicho, no pretende ser más de lo que es. Sólo pretende hacer lo que - ¿paradójicamente? - consigue: contagiar el buen rollo.

Así da gusto ir al cine a ver una comedia romántica.

Así sí.

●Te gustará si: quieres escuchar excelentes canciones de The Proclaimers interpretadas por grandes actores o quieres ver una comedia romántica realista y apta para todos los públicos.

● No te gustará si: no te gustan los musicales o eres de los que prefieren ver las vomitivas comedias románticas de hoy en día (con, obviamente, excepciones).

Jerry

2 comentarios:

  1. Hola Jerry!!!
    Hacía un tiempo que no te visitaba, y fue muy grato hacerlo "justo a tiempo" para leer esta crítica tuya. Me viene muy bien, confío en tu criterio, y andaba buscando algo más liviano para ver y disfrutar, y que no resultara uno de esos filmes "pegajosos" del que no te puedes desprender ni con agua jabonosa. Gracias! La veré. Y te mando un gran abrazo!

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    Respuestas
    1. ¡Hola Patzy! Qué bien que te haya animado a que veas "Amanece en Edimburgo". Ya me dirás qué te parece!

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